Por Norberto Asquini
Pacíficas, sin dramatismo, apacibles pasaron las primeras reuniones paritarias del gobierno pampeano con los gremios de los empleados estatales acordando rápidamente y dejando satisfechos de un lado y del otro de la mesa. En el caso de los gremios docentes, se pasó a un cuarto intermedio, pero con la sensación de que el arreglo ya está definido. Fue una resolución sobre la discusión salarial que contrasta con lo que ocurre a nivel nacional y en varias provincias. De telón de fondo, un país en el que se suceden el interminable paro de docentes bonaerenses, los anuncios de huelgas sindicales y los piqueteros tomando las calles porteñas. La decisión del gobierno nacional de poner un techo a los aumentos y trasladar a las provincias la negociación y la conflictividad, se diluyó en La Pampa.
Topes, pisos y urgencias
La gestión vernista ha tenido, también en su primera versión de 2003-2007, en líneas generales una política de cerrar el frente interno con los empleados estatales. Lo habíamos dicho en otra columna: es sostener la paz social como concepción. En esta coyuntura, además, sirvió para compararse y medirse con la gestión macrista. Mientras que a nivel nacional se intenta poner un techo del 18%, y en algunas provincias hay topes o pautas anuales, en La Pampa se acordó un incremento del 20% hasta agosto, con una cláusula gatillo en julio si la inflación supera el 12% y una nueva reunión en noviembre para ajustar los salarios a las subas de los precios, más el 40% de aumento en las asignaciones familiares.
Desde los gremios se analizó que el acuerdo se debió a las urgencias que tenía el gobierno provincial. Necesidades que tal vez se debían a enviarle un mensaje a Nación o en los tiempos electorales que se acercan y de esta manera se aquieta cualquier posibilidad de malestar y se sostiene la economía provincial vía sueldos estatales. Casi de manual del buen peronista.
Los dos porqué
¿Por qué se acordó sin mayores conflictos? Los representantes gremiales, hasta los identificados con la izquierda, hablaron de que fue “un buen acuerdo”. No hubo sector que confrontara, más allá de algún pedido de más tiempo para discutir en asamblea la propuesta como ATE o de un reclamo puntual. Es que dos fuerzas empujaron a subsanar diferencias: los antecedentes y el convencimiento. Los antecedentes: en 2016, la gestión vernista dio incrementos que garantizaron un aumento del 42 por ciento en el caso de los salarios más bajos, cuando la coparticipación creció un 28% y la inflación según el gobierno nacional fue del 39,6%. El salario docente tiene el básico más alto del país, y hasta en las dos jurisdicciones en las que lo superan en el monto final, como son Santa Cruz y Tierra del Fuego, están en conflicto. Donde el macrismo quiso poner un techo, en La Pampa se puso un piso y se garantizó a los gremialistas que no iban a perder poder adquisitivo en 2017, y a pesar de que los voceros de Hacienda afirman que “estamos muy ajustados, al límite”. Con ese marco, la base ya estaba.
Explicando un poco
Vamos al convencimiento. El estilo de negociación también ayudó a desplegar un acuerdo. El equipo de Hacienda explicó a los representantes gremiales, con power point y todo, la realidad de las cuentas provinciales y los altibajos de cada coyuntura económica a través de la didáctica del ministro Ernesto Franco. Hasta uno de los sindicalistas le pidió después de una reunión los gráficos para mostrárselos a los empleados. Es la pedagogía de lo que viene, y que logra el consenso de criterio de quienes así lo advierten: se les explicó cómo la política nacional va a tocar las cuentas provinciales y los bolsillos estatales, y qué puede pasar después de las elecciones legislativas en una economía que apuesta al endeudamiento externo para aplastar el dólar e intentar bajar la inflación.
Rápidos y condiciones
Todo fue allanando un arreglo. El gobernador no tuvo mayor injerencia en las conversaciones, los representantes paritarios tuvieron poder de decisión y la contrapropuesta llegó a las pocas horas. “Fueron rápidos y terminantes”, definió uno de los que estuvieron en la mesa. No se quería caer ni en el desgaste ni en el costo político de una negociación larga. La fortaleza política de la gestión de Verna ayuda a conducir cualquier negociación. Pero además, y por sobre todo, el gobierno provincial no cerró la paritaria, sino que dejó abierta la discusión de correcciones para noviembre, algo que no hizo la mayoría de los provincias.
Los dirigentes consultados, de un lado y del otro, recordaron otros tiempos de personalismos, dobles mensajes y declaraciones cargadas en los medios que entorpecían las conversaciones y encendían a los sindicatos, más predispuestos a la confrontación, sobre todo los peronistas que no estaban encolumnados con la gestión jorgista.
Una misma melodía
De fondo en esa mesa, hubo una misma melodía que sonó tanto para Estado como para sindicados, para el gobierno y los dirigentes gremiales, para la patronal y los trabajadores: la visión unánime de que hay un mismo adversario, y que es el proyecto económico del presidente Mauricio Macri. Verna enfrenta y reclama obras y fondos, habla de promesas incumplidas y critica el rumbo económico. Hasta se pone del lado de los docentes frente a su pedido de que haya paritarias nacionales, y en la provincia no descuenta los días de paro.
La política económica macrista además ha llevado a que el sindicalismo pampeano cierre filas. Una tendencia marcada por la necesidad de enfrentar los embates del proyecto nacional. Incentivos no faltan para la unidad en la acción en un país estancado y con ajuste permanente, donde la lluvia de dólares no parece una posibilidad cercana. Los gremios peronistas se unificaron en una CGT que despertó de su letargo y su fragmentación. Las diferencias entre los sindicatos que representan el sector de la CTA se fueron limando. Todos confluyen en reuniones para definir movilizaciones y también con sus banderas cuando se sale a la calle, como ocurrió el 3 de marzo. El gobierno provincial los deja hacer, cuando no da su venia. El enemigo, para unos y para otros, está afuera de la provincia.