Detrás del trono, secretos de una reunión de gabinete

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2 Febrero, 2017 a las 14:37 hs.

Por Norberto G. Asquini



En su segundo año de gestión, el gobernador Carlos Verna no tiene pensado hacer cambios en su gabinete. A pesar de las dificultades para su gobierno por la situación económica y la tensa relación con la Casa Rosada, más algunas crisis como los incendios que devastaron el 10 por ciento de la superficie provincial, mantendrá su equipo de gestión, de acuerdo a las fuentes consultadas de su entorno. Muy diferente a la situación del presidente Mauricio Macri, que durante las vacaciones separó a su ministro de Economía y a otros funcionarios. 

Lugares y sentidos 
Por ahora, no hubo modificaciones en quienes van a las reuniones de gabinete. Pero también se debe advertir que en política nada está definido y la afirmación del autor de que no habrá movimientos bien puede tomarse con cautela.

Para todo aquel poco habituado a los círculos de poder en la provincia, lo que ocurre durante los encuentros entre el mandatario y la primera línea de su gobierno es un misterio. Se pueden conocer detalles de su contenido, infidencias que llegan por parte de alguno de sus participantes, pero la mayoría esconde afanosamente lo hablado por Verna en esos minutos, como si retuvieran para sí el anillo de las novelas de JRR Tolkien.

Los martes y jueves, siempre a las 7.30, los ministros y algunos otros funcionarios, tienen agendada esa junta en el despacho del mandatario. El gobernador llega a las 7 en punto y firma el despacho con el secretario general. Los demás aguardan en la sala de la secretaria privada hasta ser convocados.

Verna encabeza la larga mesa y no hay lugares fijos. Si bien hay dos sillas que generalmente son ocupadas por sus dos “manos derecha”: el secretario general Juan Ramón Garay, que usualmente se sienta al lado del mandatario, y el secretario de Asuntos Municipales, Rodolfo Calvo, que se ubica en la otra punta de la mesa, frente al gobernador. Son los dos hombres del entorno de Verna, así como Macri tiene a sus dos “controllers”, los secretarios presidenciales Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, un dúo poco visible, pero de importancia suprema porque están por encima de todos los funcionarios con rango político de “superministros”, indica el periodista Ignacio Zuleta.

El resto de los participantes se va acomodando: los nueve ministros, el fiscal de Estado José Vanini, el asesor de la secretaría legal, el vicegobernador, el presidente del bloque de diputados del PJ Espartaco Marín, y en ocasiones su par Jorge Lezcano. Los secretarios, salvo Calvo y Garay, no participan. 

Participación y perfiles 
En esa hora y media o dos se habla de los principales temas de la gestión, poco da para la charla informal o de cuestiones que no son del ámbito político. Verna baja línea, pero a diferencia de su primera gestión en 2003-2007, quienes han seguido junto a él desde entonces afirman que consulta y escucha opiniones. “Los ministros dan explicaciones, es más participativo el gabinete, pero la orden siempre la da el mismo”, indica uno de los voceros consultados.

Entre los ministros hay algunos en los que prevalece un perfil técnico por sobre el político. Es el caso de Ricardo Moralejo de Producción y María Cristina Garello de Educación. El primero reconocido por el mandatario por su manejo del área y la segunda con una personalidad que consigue del gobernador lo que quiere. El otro ministerio que ha quedado delimitado casi con un perfil técnico al ser divididas sus funciones es el de Gobierno. Pero los voceros consultados advierten que no hay que confundirse: su joven titular Pablo Bensusan es visto con proyección política por cómo lleva adelante la función. Muchos lo observan como un dirigente con posibilidades de un lugar destacado en Santa Rosa, donde la fragmentación interna del PJ se ha acallado, pero sigue latente. De hecho, es el que representa muchas veces al gobernador en los actos cuando este no puede asistir. 

Los más, y los menos 
Los consultados detallan que entre los perfiles políticos, como Martín Borthiry en Desarrollo Territorial y Fernanda Alonso en Desarrollo Social, es donde se observa una mayor necesidad por sobresalir. Y que las diferencias entre los dos ministerios “productivos” es más aparente que real, aunque haya algunos choques. Moralejo es quien maneja los principales anuncios -Zona Franca, proyectos de desarrollo provinciales- y la función de Borthiry es más de detalle y voluntad. Algún celo se puede colar cuando el cartel no alcanza para todos.

El gran enigma sobre qué puede pasar es la cartera de Seguridad, a cargo de Juan Carlos Tierno. Sus acercamientos con la ministra nacional del área, Patricia Bullrich, que ha llegado a sondear su nombre pensando en insertar su partido en La Pampa, no han provocado llamados de atención, pero los comentarios sobre su futuro circulan. No siempre participa de la reunión por sus viajes y, como en todo reality show, es el que se destaca por sus problemas de convivencia con el resto de sus pares, salvo con el de Economía Ernesto Franco. Hay ministros que prefieren tener intermediarios para trasladarle inquietudes porque no tienen un diálogo fluido.

La cartera de Salud, a cargo de Rubén Ojuez, es una de las pocas que ha sido puesta en observación, y durante el año el funcionario ha recibido más de un reto de Verna. Aunque es una apreciación personal, uno de los consultados detalla como puntos negativos la falta de un equipo sólido y los desbarajustes en un área tan compleja. De hecho, en un año se cayeron cuatro subsecretarios de Adicciones. 

Cambios hacia abajo 
Los únicos cambios que ha habido en el organigrama pampeano durante 2016 han sido de segundas y terceras líneas. Y no han sido todos por el mismo motivo. Las últimas fueron en Educación, donde Garello separó del cargo a tres directoras de áreas sensibles, como Educación Secundaria, Educación Inclusiva y Educación Superior, para imprimirle un perfil más activo.

Pero las salidas no fueron solo por modificaciones en el rumbo de una gestión. El año pasado se fueron la subsecretaria de Turismo, Carmen Bertone, de Desarrollo Territorial, y el director de Juventud, Manuel Feito, de Desarrollo Social. Ambos no pudieron sostener su lugar. Más allá de la relación personal que tuvieron con el ministro a cargo donde pudo haber roces y diferencias, desde un lado se dio como motivo de la separación la demasiada “autonomía” del funcionario y desde el otro se destacó la falta de apoyo del titular de la cartera o de fondos. Pero fueron lugares puntuales de cada ministerio que no afectaron la marcha de la gestión.

Muy diferente fue en Seguridad, donde durante el año dieron un portazo o fueron echados una docena de funcionarios, mostrando la falta de trabajo en equipo y las dificultades para accionar, y en muchos casos con escándalos, como sucedió con el subsecretario Claudio Izaguirre.

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