Por Norberto G. Asquini
Volver a las raíces del “todos unidos triunfaremos” podría haber sido el título alternativo, y más llano, para esta columna que plantea la vertebración del “nuevo” Partido Justicialista pampeano. Una lógica política propia del PJ provincial que se asoma como virtud en un escenario nacional donde el peronismo está preso de la dispersión y la fragmentación ante la carencia de un líder que marque su rumbo.
Esa lógica es la de tender puentes para los consensos. Una coherencia política interna que desalienta la confrontación y que congrega a sus distintos componentes detrás de la conducción del gobernador Carlos Verna, que es el que detenta la suma del poder. Hay una tácita aprobación y aceptación a este liderazgo que ha unido política y gestión. Muestra de este estado de cosas será el Congreso Provincial del día 18 en General Pico, convocado para cumplir con una formalidad que exige la carta orgánica. El encuentro puede llegar a pasar desapercibido por la falta de definiciones, pero el dato central será el clima de consenso interno. De hecho, se ha pedido a las distintas líneas, corrientes y agrupaciones allí representadas que no lleven bombos. Ese congreso será casi la continuidad de lo ocurrido en el acto del 17 de octubre pasado en la sede partidaria, en el que todos los sectores convivieron sin roces. La cercanía parece sentarle bien a todos.
Es el clima pos-interna 2015 que se vive hoy. Hay una gestión que aglutina y una necesidad coyuntural de afrontar unidos las elecciones de 2017, frente a una oposición que por ahora irá dividida y que puede disputarle nuevamente un diputado nacional en las próximas legislativas. Muchos miran todavía más allá: “no hay 2019 sin 2017”, dicen. Una frase que ya es una verdad revelada y que ha sido convertida en cliché por la abundancia de su uso. Esto se ha imbricado en el sentido común del nuevo justicialismo. ¿Puede haber un candidato K por dentro del PJ en esos comicios que rompa con ese esquema? Por ahora solo se vislumbra que ese espacio político -que según el interlocutor justicialista consultado se lo denomina periférico, inorgánico o silvestre- presentará sus candidatos por fuera del justicialismo a través de Nuevo Encuentro.
Una muestra de este estado de cosas tendiente a la integración la dio Compromiso Peronista en el encuentro que realizó en el Recreo Mercantil de Santa Rosa. Tuvo un discurso conciliador, de apoyo al gobernador y no se mencionó a la expresidenta Cristina Fernández. Por supuesto, se siguen reivindicando medidas del proyecto nacional y popular de los Kirchner, por un lado como dato identitario del sector que necesita su anclaje nacional, y por otro frente a las políticas del macrismo. Pero no son los únicos. El discurso de reconocimiento a las políticas sociales implementadas por el matrimonio K, aunque despegándose de la figura de la exmandataria, también lo han adoptado desde el marinismo y el robledismo, como forma de captar parte de ese voto que hoy no parece encontrar su espacio en el peronismo pampeano. Todo suma a la unidad.
Pero unión no significa confusión. Hay más consenso por agregación que por síntesis. Se notan los grumos en la masa que pacientemente está moldeando el peronismo. Si algo ha quedado del estallido interno pos-marinista y el paso del kirchnerismo nacional en el peronismo pampeano ha sido la fragmentación interna. El vernismo gobierna como fuerza mayoritaria pero lo hace con sus aliados internos. Casi lo que se podría llamar un “gobierno de coalición”, forzando esa categoría. Y si bien están todos alineados detrás de una estrategia, eso no significa que las líneas centrales y alternativas no preserven su identidad y hagan su propia construcción.
En ese marco hay tolerancia hacia los movimientos estratégicos de cada sector, pero no todos adhieren en el oficialismo a esa autonomía. Hay funcionarios y dirigentes que observan con ojos suspicaces cada paso de sus aliados. Muchas veces con demasiado celo y filtro. La construcción de este “nuevo” justicialismo se vehiculiza a través del consenso hacia la figura de Verna, pero muchos fuerzan las cosas. En ese marco podemos ver dirigentes marinistas que deben soportar críticas a las actividades que llevan adelante o jorgistas que dan explicaciones por tener un encuentro con el kirchnerismo.
Este clima interno de unidad se mantendrá en 2017. Hay acuerdo, al menos en los dirigentes consultados por el autor, de que el PJ presentará una sola lista en las legislativas, y que evitará por todos los medios una interna. “No hay lugar para las aventuras”, indican mientras explican.
Otra cuestión es cómo se resolverá esa lista, en la que solamente habrá un puñado de nombres, y uno solo de ellos tiene asegurada la banca en el Congreso. Verna será el que defina, pero no lo hará en soledad sino buscando la anuencia del resto de sus aliados. O al menos de los dirigentes más encumbrados. Cada sector también tiene sus necesidades ante esta elección. El que encabece puede ser un vernista para sostener la posición pampeana que lleva adelante el sector en el Congreso. Un marinista, para solidificar la relación de “socio estratégico en la gobernabilidad”, como le gusta decir a un destacado dirigente provincial. O un jorgista, para contener y acercar a esa corriente, más allá de las resistencias que pueda generar en distintos sectores. El marinismo y el jorgismo ya piensan en colocar un candidato, ya sea primero o segundo en la boleta. Hay en esto varias cuestiones en juego, y una de ellas es también definir cuál es la segunda línea detrás del vernismo.
El peronismo nacional está huérfano de un líder fuerte a nivel nacional. Circulan a futuro los nombres de Sergio Massa, Cristina Fernández y Juan Manuel Urtubey, entre los que tienen un plus sobre el resto. Por lo que hoy la fragmentación interna es la norma para todos. Frente a ese escenario, el PJ pampeano ha encontrado la llave para sobrellevar ese momento a través del consenso y la unidad.