Tindiglia visitó a Milagro Sala

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26 Septiembre, 2016 a las 23:25 hs.

El legislador llegó al norte argentino junto a referentes de Nuevo Encuentro de todo el país, durante tres días ingresaron en diferentes grupos a visitar a la dirigente social que se encuentra presa en el penal Alto Comedero desde principio de año. De regreso a La Pampa, Tindiglia compartió sus impresiones sobre la detención meramente política a Milagro Sala, su obra en la Tupac Amaru y el contexto social norteño.



INFORME DE PRENSA COMPLETO DISTRIBUIDO POR NUEVO ENCUENTRO 

Milagro Sala, activista desde su adolescencia, se comprometió fuertemente con la sociedad a fines de los ´90, cuando formaliza la creación de la organización “Tupác Amaru”, en resistencia a las políticas liberales que se llevaban adelante en el país, por el gobierno de Carlos Menem. A 15 km del centro de San Salvador de Jujuy, en el Alto Comedero, construyó lo más parecido a una nueva ciudad, el “Cantri de los nadie”, tal como lo definiera el escritor Eduardo Galeano.

Varios años antes, más precisamente cuando rondaba los 14 años de edad, se enteraba que había sido adoptada, y movilizada por el dolor que le generaba el no haber podido conocer a su madre biológica, decide irse de su casa adoptiva para vivir en la calle, donde se acercó a los barrios y vio allí las peores postales de la denominada pobreza estructural, que es “la que más duele”, solía decir.

Estos hechos fueron forjando su personalidad. Y es a partir de allí donde esa “diminuta” mujer colla se atreve a desafiar el orden establecido y crea una organización con la que fue capaz de construir las viviendas, fábricas, escuelas, talleres, piletas, gimnasios y centros de salud, que el Estado no les daba o no generaba condiciones para que se construyeran. En definitiva, creó un Estado “propio” donde el Estado estaba ausente.

A Milagro no le perdonan haber diseñado un sistema de construcción de casas mucho más eficiente, 50% más económico, cuatro veces más rápido que el sector privado y por si fuera poco, a partir de la generación de un sistema cooperativo y solidario. Donde la mano de obra es la de la misma gente que luego se vuelve beneficiaria.

Es que al eliminar el circuito de intermediarios dejaba afuera del negocio a los contratistas del Instituto de la Vivienda Provincial, a cargo de Walter Morales, hermano del gobernador. Y eso tiene su costo: hoy, la cárcel.

Es inconcebible, para el reaccionario gobierno radical jujeño, que una coya, negra, mujer y pobre, se atreva a desmantelarle sus negocios.

Hoy, en el penal de Alto Comedero, lleva casi 9 meses de detención. Su promesa de luchar contra las injusticias sigue intacta. Allí Milagro, a contramano de lo que nos quieren hacer creer los medios hegemónicos, no tiene ningún tipo de privilegios. A modo de ejemplo, es riguroso el cumplimiento con el horario de visitas: únicamente de 14:00 a 18:00 hs., los días miércoles, sábados y domingos.

La “condición” para el ingreso es que no llevemos nada encima, solo se permiten “papeles”, entiéndase textos, cartas, fotos, dibujos, y, con suerte, algún libro puede llegar a sortear los controles. Ni pensar en biromes, celulares o cámaras fotográficas, que podrían revelar las pésimas condiciones de detención en las que se encuentra Milagro y las demás mujeres del penal.

Al sortear el cacheo y tener que registrarme como “diputado provincial”, llego finalmente al patio de visitas. Este se parece a un camping semi-abandonado. Algunos quinchos abiertos e improvisados que protegen del fuerte sol jujeño y una mesa con bancos de material, que desnuda el paso de los años, hacen de refugio para la charla.

Son las 16:30 hs del sábado y el tereré circula por la mesa. Junto al diputado nacional, Adrián Grana, el ex embajador en Bolivia, Ariel Basteiro y otros compañeros de Nuevo Encuentro, soy parte de ese momento tan especial. Para mí, solo comparable con el encuentro mantenido con Hebe de Bonafini, semanas atrás.

A Milagro la rodean sus familiares, donde predominan en número los nietos y nietas, a quienes se les nota la admiración por la abuela.

Solo un diputado provincial, Juan Manuel Esquivel, de los seis que obtuvo su partido “Unidos y Organizados por la Soberanía Popular”, la acompaña. Del bloque inicial, algunos ya partieron, al igual que varios dirigentes de la Tupac. “Me han traicionado”, se resigna Milagro, “pero las bases están intactas”, asegura.

Al escucharla, mi mente regresa al 2001, al desempleo creciendo estrepitosamente. Aquí en Jujuy, muchos vuelven a caer diariamente en la indigencia, en lo que constituye un claro retorno a la situación que enfrentamos las y los argentinos en el inicio del siglo.

Cuanto más necesitan de Milagro los pobres, más le conviene al sistema mantenerla presa.

La estrategia del Ejecutivo jujeño, con la complicidad del Poder Judicial Provincial es neutralizar el poder de la Tupac, atemorizando o encarcelando a quienes se atrevan a desacatar las órdenes del Rey Morales. Ya son más de once las mujeres dirigentes de la Tupac que se encuentran detenidas en el penal. Tienen prohibido dialogar entre ellas y han organizado los recreos, de manera que no puedan compartir esos momentos fuera de sus celdas. Las saben mujeres fuertes y resistentes, con capacidad de organización y lucha contra las injusticias. Las saben tan fuertes que las mantienen aisladas.

La visita a Milagro marca un antes y un después en la vida de cualquiera que vaya a verla. Seguramente pasará encerrada algún tiempo más, el suficiente, hasta que Morales haya podido desarticular su organización. ¿El motivo de su detención? Los polémicos Derechos Humanos. Milagro insistió en darle dignidad a los pobres en una provincia gobernada por los ricos; darle a los pobres lo que cualquier ser humano merece: salud, trabajo y educación.

Noto en Milagro impaciencia, ella desea estar afuera, siente que su gente la necesita. Y no sé por qué tengo la sensación -terrible por cierto-, de comparar su caso con el de Nelson Mandela. Espero que no, que me equivoque. Sería penoso y muy triste para su pueblo.

Al regreso, la oficial que requisa insiste: “Tindiglia, diputado provincial ¿de qué provincia?”. “La Pampa”, le respondo. Es en este momento cuando más siento la impotencia de no poder hacer nada por ella.