Necesitaba ayuda, le prometieron un lugar soñado y terminaron alimentándola con pan duro y huesos

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2 Septiembre, 2016 a las 00:33 hs.

Fue la triste realidad con la que se encontró una joven piquense al internarse en un centro cristiano por sus adicciones.



“¡Mami, sacame de acá, nos estamos cagando de hambre con la beba, acá nos tratan a todas como a ratas!”, ese fue el desencadenante de esta historia, el pedido de auxilio de una hija a su madre tras cuatro días de suplicio en un lugar donde le prometieron una ayuda que no fue tal.

Nadia tiene problemas de adicciones, por ello su familia decidió días atrás retirarla de Santa Rosa donde se encontraba y trasladarla a un centro de la asociación “REMAR”, en la localidad de Río Cuarto. Tentados por folletería que vieron en una iglesia evangélica a la que concurren, los familiares de la joven decidieron probar con un lugar que era descripto como soñado, pero que distaba mucho de serlo.

La cosa pintó extraña desde el inicio. Al arribar a la localidad cordobesa le aclararon que la entidad tenía reglas estrictas que no permitían que la familia conociera el lugar donde estaría internada la chica, tampoco podían hablar con ella hasta después de 15 días y recién a los tres meses podrían encontrarse pero en un lugar a acordar, nunca en la quinta.

Junto a su hija pequeña, de solo 1 año y 4 meses, Nadia fue alojada en el lugar. Sus familiares tenían la esperanza que, pese a las particulares reglas, la solución a los problemas finalmente llegarían.

La alerta surgió de forma imprevista e inesperada. Al dialogar con la maestra de una de sus nietas, la madre de la joven le contó que la habían internado, recibiendo inmediatamente como respuesta una pregunta que le heló la sangre: “¿no la habrás internado en REMAR de Río Cuarto?. La cara de sorpresa sirvió como respuesta afirmativa para la docente, que le dijo en tonó imperativo “¡Sacala, yo lo viví con un familiar, no sabés lo que es!’”.

La mujer rápidamente se dirigió a su casa e intentó comunicarse con su hija. Fueron dos horas de infructuosos llamados, donde no era atendida o se le indicaba que el numero era equivocado. La amenaza con radicar una denuncia policial fue la llave para tomar contacto con Nadia, quien le pidió desesperada a su progenitora “¡Mami, sacame de acá, nos estamos cagando de hambre con la beba, acá nos tratan a todas como a ratas!”.

El padre y la hermana de la chica piquense viajaron a buscarla al día siguiente, el pasado martes 24 de agosto. Fueron varias las horas que debieron esperar para que les entreguen a la joven y su hija pequeña, mientras en Pico la mamá se comunicaba con un tal “Roberto”, encargado local de REMAR, quien no la ayudó en nada y se negó a informar donde estaba la quinta de rehabilitación.

Nadia fue traída con su familia, a quien reveló dramáticas situaciones que vivió en Córdoba, además de indicar que en el lugar había otras 14 chicas y 6 niños en su misma situación, quienes de una u otra forma le pidieron que se contactara con sus familiares para que las rescaten.

“Cuando ella llegó el primer día a Remar no sabía qué cocinarse porque no había qué comer. Te dicen que vas a ir a vivir a una granja pero mi hermana vivió en una pocilga. La fachada que te muestran es la casa del supuesto pastor, Pedro Gómez, pero ella estaba atrás de la casa”, contó Daiana, la hermana de la víctima.

“Cuando pedía de comer le decían: ‘para el hambre, pan duro… si hay’. Una de las comidas que le dieron a mi hermana fueron unos fideos blancos, con un hueso hervido y prácticamente pelado que estaba en mal estado. Ni siquiera tienen una heladera para conservar los pocos alimentos que había. Si los chicos querían comer pan blando, lo tenían que robar de los panes caseros que hacen para vender en la calle”, agregó.

La joven reveló que su hermana le contó que las restricciones alimenticias solo corrían para ellas, porque el pastor Gómez “comía pizzas y asados, se daba lujos mientras en el fondo viven en forma inhumana”.

Los familiares de Nadia salieron a hablar a fin de que reaccionen las familias de las otras chicas internadas y además para evitar a otras personas les pase lo mismo. Reclamaron que la Justicia o el Estado investiguen y controlen a estos lugares.

Por último, contaron que de REMAR no obtuvieron disculpa o explicación alguna, solo el reclamo del tal Roberto, que en un llamado telefónico posterior a lo ocurrido le pidió a la madre “que me quede en el molde, que mi hermana está mintiendo igual que todas las chicas que están en el lugar” y le afirmó textualmente: “No hay que darles bola, son adictas y quieren arruinar el plan de Dios”.

 

Fuente: Plan B y Diario Puntal