¿Fin de ciclo para el “intendentismo” del PJ?

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26 Julio, 2016 a las 13:06 hs.

Los intendentes del PJ ya no son lo que fueron. Esa sería la frase que resume la cuestión medular de esta columna.

Por Norberto Asquini



Los intendentes del PJ ya no son lo que fueron. Esa sería la frase que resume la cuestión medular de esta columna. Aclaremos: durante ocho años los jefes comunales del PJ, en un número que rondó los 55, fueron un factor de poder que impulsó el ascenso de gobernadores y dirimieron la interna justicialista. Ahora ese ciclo parece haberse cerrado si tenemos en cuenta el acotado espacio que les ha quedado en el escenario político provincial.

La emergencia de ese “intendentismo” fue generada por la misma interna del PJ y la estrategia de Carlos Verna de darles como colectivo un rol central en el armado de la estructura por encima del partidario, priorizando así su poder territorial e institucional. Por supuesto, “intendentismo” es un término acuñado para los caciques y barones del Conurbano bonaerense, que se unen para hacer sentir su poder hacia afuera y adentro. Hay que reconocer que queda algo grande para la política pampeana.

Hagamos un breve repaso. En 2007 para enfrentar al marinismo, el vernismo fue armando el espacio que fue la Línea Plural, le dio fuerza a la descentralización y desde allí impulsó a Oscar Mario Jorge como gobernador. Y ganó la interna. Con Verna en el llano, la mayoría de los jefes comunales se mantuvo fiel a la espera de su segundo mandato y marcándole el espacio a Jorge. En 2011 era la vuelta de Verna, pero el conflicto con la presidenta Cristina Fernández hizo que renunciara a su candidatura y que Jorge fuera reelecto, teniendo a los intendentes como principal apoyo. Jorge como gobernador se enfrentó a Verna y su principal apoyo fueron los intendentes que conformaron Compromiso Peronista. En 2015 dos estructuras se enfrentaron en el PJ y ambas contaron uno por uno a los y las intendentes que estaban de un lado o del otro, como señal de su poder interno. Los jefes comunales jorgistas fueron quienes de hecho llevaron a Fabián Bruna como precandidato a gobernador, al que le ganó Verna.

Ahora el presente. En 2016 los intendentes parece que se han replegado, y ya no son ese bloque que supieron ser. De mostrarse casi como un poder corporativo, aunque detrás de un líder provincial, pasaron a la dispersión. Hay varios factores que influyeron en este escenario.

Por un lado, la diversidad interna. Hubo dos elecciones el año pasado que enfrentaron a vernistas-marinistas y jorgistas-kirchneristas. Después, en la general, detrás de la boleta que llevó nuevamente a Verna a la gobernación estuvieron todos, o casi todos, lo que no significa que no hayan quedado diferencias políticas y personales. Es que casi el 40 por ciento de los jefes comunales del PJ actuales acompañaron la boleta del jorgismo, y todavía hay concejales del otro sector que le hacen sentir las heridas dejadas por la interna. Y viceversa.

Encontramos en ese marco algunos desacuerdos que se sostienen soterrados. ¿Se hacen por esto diferencias en el vernismo con los jefes comunales que estuvieron de un lado o del otro? La política es interpretación, y su trama es polisémica. El autor no puede discernir el interrogante planteado a pesar de la charla con varios esos protagonistas. Algunos hablan como un ejemplo que al intendente de Algarrobo del Aguila, que jugó para el jorgismo, lo dejaron fuera del comité de crisis por el río Atuel; en el otro sentido, hay jefes comunales que detallan la presencia permanente de los funcionarios de Asuntos Municipales ante las necesidades diarias.

Un segundo factor es la nueva relación económica entre Provincia-municipio. Los intendentes vieron cerradas sus cajas deficitarias ante la cantidad de empleados públicos que tenían. Hubo supervisión de Provincia de las cuentas en Santa Rosa, General Pico y 25 de Mayo y una “bajada de línea” muy firme del gobernador a todos los intendentes para que actúen con responsabilidad y austeridad. Al menos un funcionario habló con algunos jefes comunales de reducir la planta de empleados donde la situación es más complicada. No se quiere mencionar la palabra ajuste en Casa de Gobierno, pero hubo que ordenar las cuentas. Los primeros resultados de esta política se vieron reflejados en el último pago de los aguinaldos donde no hubo ayuda a ningún municipio -en Hacienda no se recuerda cuando fue la última vez que esto sucedió- y todos pudieron hacer frente al pago sin ayuda provincial

Y esto nos lleva al tercer factor: la centralidad de Verna y la centralización política. En ese escenario de reconfiguración interna y ajuste, la foto del mandatario en su escritorio recibiendo a los jefes comunales de a uno ha sido una constante. Esa imagen tiene todo un significado político: los recibe y atiende sus pedidos -haya o no soluciones-, y con eso se diferencia de la queja más importante que tenían muchos intendentes para con Jorge. Hay además un doble juego en esa relación: Verna descentraliza programas y fondos, pero a la vez centraliza poder. La Secretaría de Asuntos Municipales está más presente en cada localidad, lo que genera que también esté más presente el Estado provincial en cada gestión comunal, por dar un ejemplo.

Aunque es una estructura dormida por ahora, el justicialismo ha tenido en los intendentes y presidentes de comisiones de fomento su estructura de poder territorial en la última década. Seguramente despertará, una vez que se reordene nuevamente el campo peronista provincial con una nueva configuración, cuando lleguen los tiempos electorales. Solo queda como incógnita saber si conservará el poder que tuvo en otras coyunturas.