Partidos puliendo los bronces: Identidades difusas en La Pampa

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4 Julio, 2016 a las 15:12 hs.

(Por Norberto Asquini). El novelista Milan Kundera afirma que “los amores son como los imperios: cuando desaparece la idea sobre la cual han sido construidos, perecen ellos también”. 



El novelista Milan Kundera afirma que “los amores son como los imperios: cuando desaparece la idea sobre la cual han sido construidos, perecen ellos también”. La frase disparó la reflexión en el particular contexto político actual: los tres partidos “tradicionales”, el PJ, la UCR y el socialismo en la última semana “pulieron los bronces” históricos para exhibir lo que consideran elementos que hacen a sus identidades. Lo que está en relación, de una forma u otra, con el cuarto de los partidos con alcance nacional: el PRO. Una manera de recrear pertenencias políticas en medio de un contexto de identidades fisuradas por el pragmatismo.

El socialismo festejó 120 años de su creación -en La Pampa los actos serán en agosto- con un homenaje a Alfredo Palacios, el precursor de la legislación laboral en el país. La UCR desempolvó los 125 años y enalteció la figura del presidente Arturo Illia, una iniciativa promovida a nivel nacional, pero que sirvió al radicalismo local a dos propósitos: por un lado competirle al festejo del PS que llevaba la delantera en el mismo día -un juego de celos entre socios-; pero principalmente para contener a los propios, plantar bandera y diferenciarse del PRO que le compite palmo a palmo por la adhesión de sus seguidores.

El PJ hizo su acto el 1º de julio en conmemoración del fallecimiento del presidente Juan Domingo Perón, y en paralelo Propuesta Federal y el peronista Espacio 22N hizo un encuentro similar. Lo que generó molestias en el justicialismo. Los tres actos de los tres partidos mostraron figuras históricas que representan valores que confrontan con el rumbo actual del macrismo, ya fuera desde la defensa de los intereses populares o de los valores de transparencia y honestidad.

¿De qué sirve “pulir los bronces” en estos tiempos? Es una práctica de las dirigencias partidarias para intentar delinear y afianzar las identidades en un momento de ideales difusos. Para el PJ pampeano es más fácil el trabajo. La disputa se dio hasta 2015 entre su tronco tradicional, el que se quedó con el poder (gobierno y partido), con el kirchnerismo. El conflicto se zanjó con un vencedor. El peronismo pejotista, convencional u ortodoxo, venció a la “renovación”. Los chisporroteos que hubo esta semana con los “peronistas macristas” no fueron en términos de disputar identidad o tradiciones, sino de competir por un mismo mercado electoral. Todos, finalmente, integran junto a los massistas, hoy un tanto relegados en la provincia, el pan-peronismo que congrega las diferentes expresiones que abrevan de la matriz ortodoxa.

La oposición está en dificultades en ese sentido porque disputa directamente con el PRO. El partido de Macri puede ser caracterizado de centroderecha, pero también ha sido analizado como un agregado de heterogeneidades no amalgamadas por la ideología que se afirma en su flexibilidad política para contraponerse a los partidos tradicionales. “No hay derecha o izquierda” o “tenemos dentro nuestro tanto peronistas como radicales” son dos frases que describen su esencia política.

En ese escenario, la UCR intenta con sus manifestaciones públicas, no sin contradicciones, presionar para lograr una mayor participación en el gobierno nacional, pero a su vez distinguirse y definirse frente al PRO luego de abrazarse junto a Macri en Cambiemos. Pretende definir su identidad histórica, sus raíces y valores, para frenar el avance del macrismo que tiene el poder y a la vez genera adhesiones en quienes no encuentran en el radicalismo un proyecto que se diferencie hoy con el PRO. El pragmatismo puesto en práctica  en su alianza con el macrismo le sirvió para su beneficio electoral, pero fue también una trampa, porque si la concepción de la política expresada en esa alianza fue el mero pragmatismo, la identidad propia corre peligro de tornarse difusa en un contexto en el que el valor que debe primar y que genera adhesiones es el de estar cerca del poder, y no las ideas. Si la alianza fue con el PRO para llegar al poder, y el poder lo tiene el PRO, entonces porqué no ser parte del PRO si ese gobierno contiene al radicalismo, sería la lógica natural de ese pensamiento.

En un escenario volcado a las “derechas” como fue la elección de 2015 en el que el progresismo quedó reducido a su mínima expresión frente a tres propuestas de otro sentido ideológico, el socialismo también quiere diferenciarse para conservar su razón de ser ante un radicalismo que en parte es su aliado y en parte se abraza a Macri y su rumbo.

El politólogo Andrés Malamud afirma que “de los cuatro partidos de alcance nacional (PJ, UCR, PRO y PS), el único que se define ideológicamente es el socialismo. Los demás pueden tener algún dirigente que lo hace, pero la interpelación al electorado es más emocional o personalista que ideológica”.

La política tradicional, en ese contexto, quiere marcar territorio. De ahí que ante la novedad, apele a su pasado. Es bueno, cada tanto, sacar a relucir los bronces, aunque cada vez haya menos que exhibir.