“Le tengo miedo a la policía”

thumb image
28 Marzo, 2016 a las 18:47 hs.

Desgarrador testimonio de un padre que sufre ver cómo la policía cometería abusos contra uno de sus hijos.  



Gustavo Cabral es un ex-policía que hoy tiene 51 años. Padre de 7 hijos, a quienes crió en soledad, busca hacer conocida su historia en los medios porque sufriría el acoso policial en carne propia, pero principalmente su hijo hace, por lo menos, 3 años.

De entrada, Gustavo asegura que Gonzalo Cabral, su hijo, “no es ningún santo”. Deja en claro que siempre le inculcó a todos sus hijos que hay que tener siempre una relación de respeto con las autoridades policiales y que robar está mal, pero que poco pudo hacer ante los arranques de rebeldía que tuvo Gonzalo, como tantos otros jóvenes.

“Él se fue copiando del sistema” asegura Gustavo con respecto a su hijo, explicando cómo el contexto lo fue cambiando. Sobrepasado, el padre pidió ayuda en todos lados: gente de la escuela, de la iglesia, de la policía.

La policía, lejos de ayudarlo, habría hecho abuso de autoridad parando al joven en la calle y hasta lo habría golpeado en ocasiones. Desde allí no hubo retorno para volver a confiar en la fuerza. 

Una a una se fueron sucediendo las situaciones en que “lo tenían de punto” al chico, persiguiéndolo aún cuando no hacía nada. Incluso se habrían armado causas falsas o se exageraban los hechos para perjudicar al joven. Lo cierto es que Gonzalo experimentaba la paranoia de ser perseguido constantemente y sufrir las golpizas sin justificativo.

Ante cada hecho sospechoso de seguir la misma línea de abuso de autoridad que presentaba el accionar policial, el padre iba hasta las comisarías a denunciar a los oficiales aunque muchas veces no se lo habrían permitido. 

“El miedo que genera una persecución así es tremendo. Ya es personal” declara Gustavo

El caso más ejemplificador de policías incompetentes y sin vocación ocurrió cuando Gustavo fue a denunciar que un patrullero habría acorralado a Gonzalo que iba en su moto provocando que cayera y perdiera el conocimiento. “Lo dejaron tirado e inconsciente”, dijo. 

Al ir a hacer la denuncia el oficial a cargo lo habría tratado  faltándole el respeto y no permitiéndole hacer el descargo.

Lo peor de todo ocurrió cuando el oficial se levantó para hablar por teléfono y dejó a Gustavo solo en la oficina, con el arma reglamentaria de ese oficial en la silla al lado de donde estaba sentado el ex-policía. Un total acto de inconsciencia que podría haber terminado mal si otra persona hubiese sido el denunciante.

En definitiva, no importan las constantes denuncias ni los reclamos a Fiscalía ni la cronología de los hechos. Acá lo que ocurrió fue que hay una persecución ilegal contra un joven solo por estar en la vía pública, no haciendo nada malo.

Esto es abuso de poder, el avasallamiento de autoridades que piensan que son dueños de decidir arbitrariamente quién puede caminar tranquilo por la calle y quién no.

Paralelamente, este padre habría recibido amenazas de ciertos miembros de las fuerzas: “Te vamos a plantar droga en el auto” le habrían manifestado más de una vez. Sin dudas es un caso que demuestra la falta de vocación de algunos policías hoy en día y cómo abusan del poder que tienen.

El miedo que genera una persecución así es tremendo. “Ya es personal” declara Gustavo, quien admite que en un momento había desistido de hacer llegar la denuncia a Fiscalía porque le aseguraron desde las comisarías que el acoso iba a parar… pero no fue así.

No importa que el chico “no sea ningún santo”. Todos, en tanto personas, debemos ser tratados con respeto por las fuerzas policiales. Hoy, se ve que la balanza se inclina para el lado de la placa, con el peso que ella tiene. A nadie hay que acosar, perseguir y golpear, ni aún con el mejor de los justificativos.

Este posiblemente sea el relato de Gustavo, pero quizás sea lo que viven muchos vecinos de Pico ante los tratos de algunos policías. Estaría bueno que se animen a poder comentar estas cosas para que deje de ser una situación invisibilizada y pase al primer plano. Así, en una de esas, la sociedad toda se pondrá en una postura que les exigirá a esos policías sin vocación a tratar a las personas por lo que son: personas.