El silencio de las estadísticas

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25 Febrero, 2016 a las 14:10 hs.

Reflexión a partir de la “mordaza” informativa y el anuncio de una estadística mensual, a cargo del Gobierno de La Pampa.



Hace unas semanas que desde el Gobierno de La Pampa se impuso una “mordaza” a la información. Específicamente, la medida se tomó desde el Ministerio de Seguridad provincial. Se maquilló la situación con declaraciones que buscaban poner el foco en que “la información debe ser otorgada por quien dirija la investigación” y no en la censura obligada que se transmitió por cadena de mando a cada miembro policial.

Se informó además que mensualmente se va a poner a disposición pública una estadística que mostrará los robos, hurtos, siniestros de tránsitos y demás sucesos en “términos absolutos”.

“Términos absolutos” vs. contextualización

El eje de esta nota es justamente reparar lo que se esconde detrás de una estadística que muestre “términos absolutos”. El número absoluto es frío, distante, indiferente. “En el último mes fueron denunciados x robos, x hurtos, x homicidios, x violaciones; se aprehendieron x delincuentes y ya están siendo enjuiciados otros x sujetos…” recitará cualquier descripción que se haga de esa tabla que muestra los datos “objetivos”.

Ahora bien, hagamos el razonamiento a la inversa: ¿Fue el caso de Sofía Viale un homicidio más? Carla Figueroa, ¿simplemente fue asesinada o tiene que ocupar la lista de violaciones? “Quizás merecería ser usada la palabra ‘femicidio’ pero en la estadística no la usamos, así que ubicala donde mejor te parezca… homicidio está bien, aclanza” dirá algún encargado de sistematización de hechos.

Tampoco es difícil comprender que no es lo mismo hablar de un robo en una casa sin sus habitantes que de un robo donde se aplique una violencia que deje mella en las víctimas allí presentes. Pero eso no queda reflejado en una estadística, por supuesto.

Entonces se va entendiendo el problema: los “términos absolutos” enfrían hechos cargados de una violencia inagotable.

Naturalizar los delitos

El peor peligro que corremos al creer que basta con números absolutos es el de naturalizar los delitos. La comparación mensual creará un promedio de homicidios, violaciones, robos, hurtos. “En promedio, por mes ocurren 5 homicidios y 2 violaciones” podría mostrar un análisis de las estadísticas. ¿Nos dejará de sorprender que se cometa una violación a una menor, por ejemplo, sólo por el hecho de que entra dentro del promedio esperable y  “la inseguridad no aumente”?

Esto no quiere decir que sí o sí vaya a suceder de esta forma, pero no quita que para muchas personas lo “normal” es exactamente un promedio. Todo aquello que permanezca dentro de sus parámetros puede ser aceptado. Por ejemplo: ¿Estamos preparados para aceptar un determinado número de muertes siendo indiferentes a la violencia particular de cada caso? ¿Sólo nos alarmará si aumentan más allá del promedio la cantidad de accidentes de tránsito, independientemente si son meros accidentes o choques por negligencias cada vez más frecuentes? Hay centenares de preguntas posibles para reflexionar al respecto.

¿Quién controla las estadísticas y qué beneficio se obtiene de ellas?

Por otra parte, las estadísticas son herramientas. Y en tanto herramientas son manipulables. Ofrecen datos que no brindan información por sí solos, sino que deben ser analizados; ese proceso analítico puede orientar las aseveraciones concluyentes en una u otra dirección, accionar bastante común en nuestro país.

Alcanza con caratulizar ciertos delitos de manera tendenciosa (al momento de sistematizar los hechos) para que haya menos robos, menos hurtos, menos denuncias. Así, mes a mes habrá disminuido el promedio “objetivamente”…

La estadística sirve, sin dudas, pero no reemplaza la información que se obtiene al saber los detalles de un acto delictivo. Son más bien dos fuentes que se complementan. Esa contextualización de los hechos es la que una sociedad merece conocer, pudiendo crear sus propios juicios valorativos acerca de la inseguridad, si aumenta o disminuye.

Así planteado, el hecho mismo de controlar las estadísticas ya da un beneficio: el poder de establecer los parámetros. Si a eso se le suma un bozal informativo que te asegura ser la única fuente posible de consultar el resultado es el monopolio de la información, pudiéndose usar para cualquier fin deseado.

El rol de los medios: libre información y responsabilidad

Obviamente, creemos firmemente que la información tiene que ser tratada con responsabilidad. Nos compete totalmente en tanto comunicadores sociales. No tenemos la facultad de juzgar y sentenciar culpabilidades, pues eso le corresponde a la Justicia.

Pero el acceso a la información NO SE NEGOCIA.

Existe derecho a la libertad de prensa, a la publicitación de los sucesos que acontecen a una población. Ningún ministro es dueño de la información y queremos creer que en la democracia es menester renegar de la censura. Existe la violencia institucional y, si bien no hay que generalizar, nos permitimos temer de los beneficios que pueden obtener por la falta de información quienes detenten el poder. 

Siempre hablaremos de potenciales sospechosos, lo cual no quiere decir que se afirme la culpabilidad en un sujeto. Sepa disculpar quien ni siquiera eso desee, pero desde este lugar se quiere informar y entendemos que ocultar datos es justamente lo contrario.