Tras un ACV que la dejó hemipléjica comenzó a pintar y hoy expone sus producciones

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10 Noviembre, 2015 a las 12:50 hs.

Beatriz Sosa es una mujer muy amable, sonriente, coqueta e inquieta. En el año 2002 sufrió un ACV que le quitó la movilidad a la mitad del cuerpo, luego se quebró la cadera, pero ningún escollo fue lo suficientemente grande para evitar que siga construyendo. Con una sola mano, aprendió a dibujar y pintar y hoy sus cuadros se exponen en las oficinas de Corpico, junto a los de sus compañeras de taller: Liliana Gagliardone, Monica Farias, Doly Lopez, Marita Arguello.



“El ataque de ACV no fue por presión sino por estrés nervioso, había perdido a mi marido hacía un año, mi hija perdió el primer bebé, presté un vehículo y lo perdí… se acumularon muchas cosas y mi cabeza empezó a girar mal. Era peluquera y al aspirar esos productos tan tóxicos, de paso lo ayudaba con algún cigarro, dejé el cerebro sin oxígeno y me dio el ACV”, relata sin dolor, ya que considera que lo que le ocurrió sirvió para serenarse y ver la vida de una manera más calma y agradecida.

Luego del accidente cerebro vascular, se quebró la cadera. Debió ser intervenida en tres oportunidades porque no había prótesis que no se saliera, ya que no había músculos para sostenerla. El médico, lo resolvió atándole un palo de escoba a la pierna y dio resultado. Terminó pesando tan solo 38 kg. “Las piernas eran huesito y piel”. Sin embargo se recuperó a fuerza de voluntad y hoy camina (con un trípode), toma el colectivo, hace los mandados y trámites.

Quedó la mitad del cuerpo sin movilidad. Pero con una sola mano y una sola pierna que responde a su cerebro, vive sola, limpia, cocina, cuida a sus perros y sus plantas y mima a sus nietos. “Fortaleza no me falta, tengo una energía tremenda. Esto que me pasó no me impide nada, es cuestión de voluntad y ganas de hacer las cosas. Es cuestión de cambiar la actitud, hacer las cosas con perseverancia y decir ‘se puede’. Si uno dice ‘no se puede’, te estás cavando la fosa sola”. Además, resaltó que su ingreso en la Iglesia Evangélica también le dio fuerza para rearmar su vida con medio cuerpo sin movilidad.

Comenzó a participar del taller de dibujo y pintura que dicta la profesora Lucía Videla en la Asociación Árabe. Y hoy está exponiendo junto a sus compañeras en las oficinas que Corpico tiene en calle 11 entre 10 y 8. “Me siento útil, me siento sana cuando pinto. Camino renga porque tengo la pierna más corta, pero no me duele nada. Esto no le impide nada a nadie. Todo aquel que tenga un problema, que se ponga una meta que va a salir, esto es voluntad, únicamente voluntad. Si querés vivir, ponéte firme y si creés en Dios, ponéte en las manos de Dios, que te va a ayudar”, concluyó con una amplia sonrisa.